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Los 7 pasos para detectar la dislexia


HELENA ALVARADO 03/23/2019 nota extraída de criatures.ara.cat

Siete pasos para detectar la dislexia

Detrás de muchos fracasos escolares y vitales podemos encontrar un trastorno de aprendizaje no detectado

La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje de la lectura, de origen neurobiológico, crónico y con un componente hereditario significativo. Estudios en lengua inglesa estiman la prevalencia en un 10% de la población. Si bien en los años 80 se establecían diferentes tipos de dislexia, las investigaciones actuales reafirman y concluyen que el origen es una afectación del procesamiento fonológico. Los primeros síntomas se detectan en la etapa infantil, aunque se diagnostica cuando se acaba segundo de primaria. Esto no significa que tengamos que esperar para intervenir a tener un diagnóstico.

La detección precoz es esencial tanto para la reducción de la gravedad del trastorno como para evitar las consecuencias emocionales que conlleva. Detrás de muchos fracasos escolares y vitales podemos encontrar un trastorno de aprendizaje no detectado. Ante esta necesidad de respuesta inmediata nos preguntamos cómo la podemos detectar. Aquí se exponen siete indicadores:

  1. Capacidad intelectual: el primer indicador es que el niño muestra un desarrollo normal y una inteligencia propia de la edad pero tiene dificultades importantes para aprender a leer y escribir. Sorprende que le cueste tanto este aprendizaje y que manifieste tanto malestar a la hora de enfrentarse a las letras y los textos.

  2. Dificultades en la lectura: el primer signo lo encontramos en la etapa infantil, cuando el niño empieza a jugar con los sonidos, las sílabas y las palabras y entonces a asociar estos sonidos con las letras. La dificultad en la conciencia fonológica desencadena en el desarrollo del aprendizaje de la lectura múltiples errores como omisiones de letras, sustituciones, adiciones, inversiones (leer / al / en vez de / la /), rotaciones (leer / b / en vez de / d /). La lectura no es fluida, muchas veces silábica (en edad no inicial), es vacilante, con repeticiones, la velocidad es lenta y tiene dificultades para comprender lo que ha leído.

  3. Dificultades en la escritura: omite, sustituye, hace adiciones, invierte, gira, une y fragmenta palabras, etc. También tiene dificultades para integrar la norma ortográfica y suele cometer errores de cambios de consonantes que suenan igual (/ g /, / j /, / y /, / l /, etc.), omite acentos, signos de puntuación y mayúsculas. Le cuesta expresar sus ideas por escrito, negocia las líneas que debe tener un texto y suele tener tendencia a comunicar ideas con una sintaxis pobre. La letra a veces puede estar afectada, sobre todo en el trazo ligado.

  4. Predominio visual: un niño con dislexia suele tener un pensamiento de claro predominio visual por encima del lingüístico. Aprende de manera más satisfactoria con estrategias y técnicas de estudio que reduzcan el contenido verbal y sean más visuales como mapas mentales, mapas conceptuales, esquemas, fichas … Tienen dificultades para hacer resúmenes y sintetizar ideas.

  5. Funciones ejecutivas: además de las dificultades lectoras y escritoras, un niño con dislexia suele tener dificultades de acceso al léxico o presenta un vocabulario más bajo, dificultades en la secuenciación (por ejemplo, aprender tablas de multiplicar, días de la semana, horas del reloj), en la planificación y organización de tareas y suelen ser desordenados. Tienen muy buena memoria a largo plazo, pero baja memoria de trabajo, de manera que pueden olvidarse de cierta información fácilmente. Pueden tener baja flexibilidad y dificultades para adaptarse a los cambios.

  6. Dificultades de lenguaje: dado que la dislexia es un trastorno de neurodesarrollo con bases cognitivas compartidas con otros, podrían presentar asociada a esta dificultad problemas de lenguaje oral importantes, dificultades en motricidad fina y gruesa y en la coordinación de movimientos y equilibrio o problemas de atención significativos, con facilidad para distraerse, dificultades para seguir órdenes complejas, para mantener la atención mucho tiempo, malestar ante el esfuerzo mental o en la atención a detalles y la concentración.

  7. Afectación emocional: cualquier niño con dislexia presenta afectación emocional secundaria para el estrés vivencial que supone enfrentarse de manera continuada a tareas en las que se pone en evidencia su problema de aprendizaje. El desconocimiento de lo que les pasa hace que lo atribuyan a la falta de inteligencia, se sienten inferiores, lo que afecta la autoestima y genera problemas emocionales como ansiedad, depresión, trastornos de conducta, problemas alimentarios y de sueño, somatizaciones, etc. Suelen estar irritables. Para evitar esta angustia pueden mostrar mecanismos de evitación, como no querer hacer los deberes, ocultar información o mentir respecto de notas y deberes.

Por lo tanto, si tienes cerca un niño que presenta un importante número de síntomas, informa a la escuela y busca un especialista en neurodesarrollo que descarte o diagnostique la dislexia y los trastornos asociados. Es esencial la detección precoz para la compensación de su aprendizaje y para evitar secuelas emocionales.

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